30 Avenue Montaigne
Adéntrese en el corazón de 30 Avenue Montaigne, esta “pequeña colmena” donde nació la leyenda de Christian Dior hace 75 años.
En el entresuelo se ubicaba la recepción, que daba a los probadores. Una primera serie de seis cubículos decorados con cortinas grises recibían a las clientas después de los desfiles.
Una clienta asiste a la prueba de su vestido para los últimos retoques en los probadores de Dior, 1950.
Suzanne Luling en su vivienda de Quai Malaquais, alrededor de 1950.
En 1946, Christian Dior otorgó el puesto de directora de ventas a Suzanne Luling, originaria de Granville, como él mismo, que tenía experiencia en el mundo de la publicidad. Según contaba el modisto, independientemente del momento del día, “siempre estaba de buen humor y derrochaba energía. Motivaba a las vendedoras, estimulaba a las clientas y transmitía a todo el mundo su entusiasmo y el brillo de su mirada”. Bajo el arco de la entrada se estableció un minúsculo despacho para sus dos asistentas, sus archivos y sus teléfonos.
Los días que seguían a la presentación de las colecciones se reservaban a los compradores profesionales, que tenían prioridad para comprar los prototipos que querían reproducir y mostrarlos en todo el mundo. A continuación, durante varias semanas, Madame Luling y su “armada de vendedoras”, todas vestidas de negro, acogían a los clientes privados, para quienes organizaban desfiles a diario en los salones.
Madame Minassian, la jefa de las vendedoras, apoyada por sus asistentas, reflexiona sobre el plano del desfile para alrededor de 350 clientes.
Los salones se convertían en “un lugar donde entretenerse”: las clientas veían a las modelos pasar y, a continuación, se dirigían entusiasmadas a los probadores con los trajes, vestidos y abrigos que se les confeccionarían para esa temporada.
Madame Linzeler y Madame Monique (première), alrededor de 1950.
Madame Linzeler, que tenía amplios conocimientos de costura, ayudaba a la directora técnica, Marguerite Carré. Supervisaba las pruebas y se aseguraba de la calidad y la exactitud de las reproducciones. “Con su aspecto calmado y su cabello plateado, tiene a las premières en la palma de la mano e inspira confianza hasta a las clientas más dubitativas”, contaba Christian Dior.
Las creaciones de alta costura se hacen a medida. Los ateliers trabajaban en maniquíes adaptados a la morfología de las clientas. Cada prototipo necesitaba tres pruebas, y su creación podía llevar hasta dos meses. Por eso, las colecciones Primavera-Verano se presentan en enero y las colecciones Otoño-Invierno, en julio.
La sala de muestras de sombreros, alrededor de 1955.
Desde el entresuelo, una pequeña escalera bajaba a la amplia boutique que abrió en 1955 en la esquina de la avenue Montaigne con la rue François Ier. Un pasillo llevaba también al salon des modes, que mostraba todo tipo de sombreros, y al salón de las pieles.
Adéntrese en el corazón de 30 Avenue Montaigne, esta “pequeña colmena” donde nació la leyenda de Christian Dior hace 75 años.