30 Avenue Montaigne
Adéntrese en el corazón de 30 Avenue Montaigne, esta “pequeña colmena” donde nació la leyenda de Christian Dior hace 75 años.
Raymonde Zehnacker
El estudio que Christian Dior había ubicado en 1951 en la tercera planta del número 13 de la rue François Ier era un espacio amplio y luminoso en el que trabajaban nueve personas. Raymonde Zehnacker, a quien había conocido gracias a Lucien Lelong, era “mi segundo yo, o, para ser más preciso, mi complemento perfecto”, afirmó el modisto. Con sus “ojos azules, que lo expresan todo y no se pierden nada”, era el pilar organizativo del estudio, pero también una amiga íntima de Christian Dior.
Christian Dior se había acostumbrado a retirarse al campo para diseñar sus colecciones dos meses antes de presentarlas a principios de diciembre y de junio. Empezó a llenar numerosos cuadernos con multitud de pequeños bocetos.
Tras tener la idea, Christian Dior dibujaba cientos de versiones de las siluetas de la moda del mañana.
El modisto llevaba sus bocetos a Avenue Montaigne y los volvía a analizar en el estudio, rodeado de Madame Marguerite, Madame Raymonde y Madame Bricard. La impresión que transmitía el boceto era lo más importante, porque “para despertar el entusiasmo de la costurera jefa, o el mío, un boceto debía sugerir un razonamiento, una fascinación; debía evocar una silueta en acción; debía haber cobrado vida”.
Christian Dior, acompañado por su “consejo de guerra”, Mizza Bricard, Raymonde Zehnacker y Marguerite Carré.
Estos bocetos, también llamados “pequeños grabados”, iban acompañados de indicaciones técnicas. A continuación, Madame Marguerite, “esa mano mágica que transforma mis ideas en vestidos” (Je suis couturier), distribuía estas “impresiones” a las jefas de los talleres en función de sus preferencias.
El primer paso era la creación de un patrón, en la lona de algodón color crudo específica para este fin, para crear una expresión tridimensional del boceto. De repente, el estudio cobraba vida y se llenaba de carros de tejidos, accesorios, esparterías y sombreros. Los nombres de las modelos estaban escritos en una pizarra y los diferentes diseños se atribuían a cada una.
Christian Dior prueba una lona en la modelo Pascale, alrededor de 1952.
Christian Dior trabaja el cuello de una lona en la modelo Renée Breton, alrededor de 1953.
Las lonas se presentaban a Christian Dior en dos o tres modelos. Esto le permitía reducir los diseños a “siluetas, cortes, líneas” para sentar la base sobre la que se construiría toda la colección. También evitaba cortar los modelos en tejidos complicados antes de que se hubiera elegido el prototipo. La lona se sometía a numerosas decisiones: el cuello o el escote, la manga y el largo se ajustaban mejor para adaptarlos a la idea del modisto. A esto se le llama “crear impresiones”. Estas elecciones iniciales establecían las líneas principales de la colección.
Christian Dior señala con su bastón los detalles que deben revisarse en la lona de un vestido bajo la atenta mirada de un premier, alrededor de 1955.
Mientras todo esto se llevaba a cabo, Madame Raymonde preparaba el esquema de la colección en grandes folios de papel. Cada uno se correspondía con una línea y tenía un número limitado de recuadros para un número predeterminado de vestidos de día, trajes, abrigos o vestidos de noche. Este esquema también permitía tener una visión completa de la colección, y a partir de él se organizaba el desfile y se garantizaba su equilibrio.
Esquema de la colección con los vestidos cortos de noche de la colección de alta costura Otoño-Invierno 1957.
Después de haber seleccionado las lonas, era hora de elegir el tejido en el que se iba a confeccionar el prototipo, así como la modelo que lo llevaría en la pasarela.
En el estudio, la modelo Alla luce un tejido de satén rosa, 1957.
Christian Dior examina la elección del tejido para el vestido Roseraie de la colección de alta costura Primavera-Verano 1957.
Los tejidos invaden el estudio. Para Christian Dior, la calidad prima sobre el color, porque es lo que va a permitir adaptarlo a la forma deseada. “Su flexibilidad o rigidez, su peso o su grosor” eran las características que se tenían en cuenta. Se drapeaban varios tejidos, uno tras otro, sobre la modelo, aún vestida con la lona, para juzgar su caída. Con frecuencia, la elección se hacía tras vacilar durante un tiempo. Luego “Madame Raymonde vuelve a su silla”, escribió Christian Dior, “registra el tejido en su cuaderno, lo anota para anunciarlo al fabricante y pasa la ficha a Frontine, que la enviará al almacén”.
Christian Dior drapea un tejido gris sobre la modelo Sylvie Hirsch, alrededor de 1949.
Christian Dior y Marguerite Carré analizan la elección del tejido, 1957.
Christian Dior drapea un tejido sobre la modelo Pascale, alrededor de 1952.
Era el momento de hacer las primeras pruebas. La costurera jefa, acompañada de la empleada que lo había producido, presentaba el prototipo sobre la modelo elegida a Christian Dior. El modisto “observa cómo el vestido cobra vida”. Lo examina detenidamente en el gran espejo de una de las paredes del estudio, que le permitía dar un paso atrás y apreciarlo. Luego podía mover las costuras, ajustar el largo de una manga o un bajo, o el ancho del escote. “Poco a poco, la prueba se encamina”, escribió Christian Dior. “Se rectifican los alineamientos y se equilibran las proporciones. Por último, el vestido sale del estudio repleto de alfileres, de trozos de lona de algodón y de esas franjas de tejido cortadas al bies que indican dónde se ubican las costuras principales o los arreglos”.
Marguerite Carré trabaja en el lazo del vestido de la modelo France para la colección de alta costura Primavera-Verano 1957.
Christian Dior analiza los looks de las modelos Simone, Victoire y Odile en el estudio de creación.
Christian Dior ajusta un tirante en el vestido lucido por la modelo Alla para la colección de alta costura Primavera-Verano 1957.
A continuación, se realizaban varias pruebas. Algunos prototipos no llegaban a formar parte de la selección final, pero, cuando los alrededor de 60 modelos que formaban la esencia de la colección estaban listos, se realizaba un primer ensayo en los salones, seguido de muchos otros. La noche antes del desfile se llamaba la veillée d’armes, la noche antes de la batalla. Christian Dior invitaba a varios de sus amigos a su estudio. Se analizaban por última vez los vestidos añadidos durante el ensayo, y algunas piezas llegaban a última hora de los bordados y tenían que coserse por la noche…
Adéntrese en el corazón de 30 Avenue Montaigne, esta “pequeña colmena” donde nació la leyenda de Christian Dior hace 75 años.